ABAI2: Reflexión personal por falta de asistencia a la sesión inaugural
La finalidad de la ciencia y la ingeniería es mejorar nuestra calidad de vida. Desde avances tecnológicos que nos facilitan tareas diarias, como los electrodomésticos o el acceso a la información, hasta innovaciones en medicina, transporte y energía que hacen nuestras vidas más seguras y cómodas. También permiten cubrir necesidades básicas como el acceso al agua potable, la producción de alimentos o la construcción de infraestructuras más resistentes y sostenibles. Sin embargo, a pesar del rápido avance científico, sigue existiendo una enorme desigualdad, y muchas personas ni siquiera tienen cubiertas estas necesidades básicas, y no es porque técnicamente no sepamos cómo hacerlo.
La fabricación aditiva, o impresión 3D, es una de esas
tecnologías que prometen grandes cambios. Su capacidad para reducir
desperdicios, fabricar piezas personalizadas y optimizar procesos industriales
la convierte en una herramienta clave para el futuro. Sin embargo, su
aplicación en sectores críticos aún requiere investigación, especialmente en lo
que respecta a la durabilidad y resistencia de los materiales.
Mi investigación trata de responder a la siguiente pregunta:
¿los metales fabricados por impresión 3D resisten la corrosión igual que los
producidos de forma convencional? Si la respuesta es afirmativa, esta
tecnología podría implementarse más rápido en industrias como la aeroespacial,
biomédica y energética, donde los materiales deben ser duraderos y fiables. La
fabricación aditiva puede reducir el desperdicio de material y mejorar la
eficiencia de los procesos de fabricación, disminuyendo así su impacto ambiental.
Esta también es una de las funciones sociales de la ciencia: si bien su
objetivo es mejorar la calidad de vida, no puede hacerlo a costa del planeta,
ya que entonces, en vez de avance científico, puede que tuviéramos que llamarlo
retroceso.
Bien resumido y alineado con todo lo que comentamos en el aula.
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